Borcal es una pyme familiar de la Ciudad de Buenos Aires que, desde hace más de 60 años, produce calzado de seguridad y militar. En 1982 fabricó las botas con las que los soldados argentinos combatieron en Malvinas.
Fabrican dos tipos de calzados: para seguridad y para fuerzas armadas, próximamente lanzaran su línea minera
En 1956, un grupo de inmigrantes italianos oriundos de Calabria, en el sur de Italia, trajeron sus tradiciones y valores a la Argentina. Entre sus sueños y aspiraciones, fundaron una empresa que con el tiempo se transformaría en un referente de la industria: Borcal, especializada en la fabricación de calzado de seguridad.
Este tipo de calzado es utilizado como equipo de protección individual en actividades laborales en las que el trabajador puede correr un riesgo importante, ya sea manejando peso, con productos químicos, entre otras cuestiones.
Los primeros años fueron un período de crecimiento rápido, lo que los llevó a mudarse varias veces antes de establecerse, hace más de cuarenta años, en el barrio de Villa Luro, oeste de la Ciudad de Buenos Aires. Allí, en una fábrica renovada que combina modernidad con historia, se encuentra el corazón de Borcal, un lugar donde se fusionan la tradición artesanal y la innovación tecnológica. Además de calzado de seguridad, la empresa se dedica al calzado militar y uniforme.
Las paredes de la fábrica respiran historia. En la recepción, una amplia sala administrativa da paso a una sala de negocios con un pequeño rincón que parece congelado en el tiempo. Estanterías repletas de zapatos muestran la evolución del diseño y la tecnología en el calzado de trabajo. Allí, Daniel Risafi, director de esta pyme familiar, recibe a los visitantes con una energía que refleja su pasión por el oficio. “Es como un viaje al pasado”, comenta con orgullo mientras observa los modelos de calzado que han marcado la historia de la empresa.
Hoy, la segunda y tercera generación de la familia Risafi continúa liderando la empresa
Con una mirada atenta, Daniel se adentra en sus recuerdos: “Cuando era chico, mi papá me llevaba a la fábrica. Ver cómo una simple pieza de cuero, después de pasar por manos expertas y varios procesos, se transformaba en un par de zapatos, era mágico”. Su tono cambia al mencionar una de las etapas más significativas en la historia de Borcal: la fabricación de botas para los soldados argentinos durante la Guerra de Malvinas.
“Tenía 13 años y recuerdo claramente esos días”, dice con una mezcla de emoción y nostalgia, y agrega: “No dábamos abasto. Mi papá nos pedía ayuda para poner cordones en las botas. Veníamos después del colegio con mis amigos, y como recompensa, él nos regalaba una bicicleta a cada uno”. Aquellas botas, ahora parte del museo de la empresa, son un testimonio de un tiempo en que el compromiso y el esfuerzo colectivo definían el espíritu de Borcal.
Hoy, la empresa ha evolucionado. La adaptación a nuevas tecnologías y materiales ha sido clave para mantenerse en el mercado. “Los clientes buscan comodidad en sus calzados de trabajo, dejando atrás las botas duras e inflexibles de antes”, explica Daniel mientras recorre el galpón de producción. Con más de 50 trabajadores, la fábrica produce alrededor de 2.000 pares de zapatos por día. Máquinas de poliuretano que realizan desde 0 la suela del zapato -en el pasado, compraban el producto terminado-, máquinas de corte y costura automática dominan el paisaje de la sala, reflejando cómo la innovación de la industria 4.0 se ha convertido en un pilar fundamental para la empresa.
“Nos queda chica esta instalación”, comenta Daniel mientras observa el bullicio de la fábrica. La eficiencia y la calidad son la prioridad, pero siempre con un ojo puesto en el contexto local. “Fabricar en Argentina es un desafío. Hay que poner el alma y el corazón todos los días”, dice con convicción. Para él, ser una pyme industrial es mucho más que un negocio: es una misión. “No solo transformamos materias primas; transformamos vidas”, asevera.
El legado de aquellos italianos que, hace más de medio siglo, llegaron a la Argentina en busca de un futuro mejor, sigue vivo. Hoy, la segunda y tercera generación de la familia Risafi continúa liderando una empresa que no solo se ha consolidado como líder en el mercado nacional, sino que también ha mantenido intactos los valores de esfuerzo, tradición y compromiso con su gente. Borcal no es solamente una fábrica de zapatos; es un testimonio vivo de cómo los sueños y la determinación pueden trascender generaciones.
“Fabricar en Argentina es un desafío. Hay que poner el alma y el corazón todos los días”
Escrita por Abril Álvarez