Con vistas a la campaña 2020/2021 y en un contexto marcado por la falta de rentabilidad, productores de agroalimentos nucleados en el sector de Economías Regionales de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) exigen líneas de crédito a tasa cero para la recomposición de su capital de trabajo.
Según un estudio realizado por CAME, se estima que las MiPymes agropecuarias de 27 complejos realizan una inversión anual que asciende a los 4.200 millones de dólares –sin contar amortización–, a fin de mantener el aparato productivo en funcionamiento y, por ende, la empresa en pie.
En el marco del Covid-19, y pese a haber estado exceptuado del aislamiento social, preventivo y obligatorio desde el primer momento, el sector no pudo seguir trabajando “con normalidad” y cubrió sus gastos, por lo general, con recursos propios. Si bien ciertas actividades han logrado comercializar su cosecha o se encuentran en pleno proceso de fijación de precios, otras no han podido ni siquiera iniciar el proceso de comercialización debido a la falta de demanda.
“La producción de alimentos se rige por ciclos biológicos que no pueden esperar. Con los bolsillos vacíos y sin un financiamiento acorde a la realidad de nuestro sector, es muy difícil seguir produciendo”, aseguró Eduardo Rodríguez, titular del área de Economías Regionales de CAME. “Recordemos que el productor es el eslabón más débil de la cadena de valor”, agregó.
Frente a un escenario incierto, la única certeza es la creciente demanda de alimentos que habrá que abastecer. Garantizar la mesa diaria de los argentinos es una prioridad, y el 63% de los productores agropecuarios de nuestro país –pertenecientes a las economías regionales, muchos de ellos provenientes de la agricultura familiar– sabe cómo hacerlo y lo hará, en tanto consiga el respaldo financiero necesario para afrontar las labores culturales (poda, raleo y labranza, entre otras) de sus producciones intensivas.